miércoles, 12 de mayo de 2010

Amando a un Ángel

La primera vez que la vi me pareció el ser mas tierno que pudiese conocer. Su cabello suelto, largo y lacio de color castaño, sus ojos achinados pardos, su naricita puntiaguda, de piel clara y mejillas rosadas al igual que sus labios. Definitivamente ella hubiese sido la prueba tangible que necesitaba para creer en los ángeles. Pero el detalle que me cautivó fue cuando cruzamos las miradas, apartó su vista de la mía y la dirigió al piso poniéndose del color de los tomates. Fue durante la actuación por el día del padre en el colegio de mi hermana. Pero aun era un niño y a esa edad somos impresionables.


Era fin de año, fiesta de clausura en el colegio de mi hermana. Siempre estuve orgulloso de que mi alcancía pesara más que la de ella, ella despilfarraba mientras yo pensaba en el futuro. Y el futuro había llegado. Terminábamos la primaria y no sabía si la volvería a ver, así q decidí impresionarla con un regalo. Lo único que sabia de sus gustos era que disfrutaba los chocolates, eso lo noté el día del Padre, por eso le pedí a mi tío que me llevara al “Super”. Entristecí al darme cuenta que los ahorros de toda una vida no alcanzaban para obtener una sonrisa y el inicio de algo especial, pero mi tío al notar mi tristeza pago la diferencia, el si era “súper”. Sentí mi corazón quebrarse cuando la vi repartir entre sus amigas la caja de chocolates después de haberse alejado sin darme siquiera las gracias, y me sentí humillado al ver como mi boba hermana se comía mis ahorros, los ahorros de toda una vida. Pero aún era un niño y a esa edad nuestros corazones son frágiles.


Debía ir a como de lugar a su quinceañero. Pensé que comenzábamos a ser amigos pues, después de tantos años de detalles no correspondidos, el haberla defendido de dos tipos mayores que yo, golpeando y dejándome golpear, había atraído su atención al fin. Una vez mas quedó demostrado que ahorrar era bueno, además sobornarlos no fue tan costoso como creí. Pero por alguna razón que no podía comprender no recibí invitación. También tuve que sobornar a mi hermana para que me llevase de acompañante, ella si fue costosa. Esta vez no llevaba una caja de chocolates, llevaba una carta con palabras que describían mi amor por ella y una sortija que un amigo me vendió, seguramente de su madre, y es que mis ahorros se agotaron. El beso en los labios que le dio a su novio en frente de todos después del primer baile fulminó mi corazón. De amarla con pasión pase a odiarla con vehemencia, aunque no sabía si la odiaba más a ella o me odiaba más a mí. Pero aún era un adolescente y a esa edad somos confusos y vehementes.


Terminamos la carrera juntos y durante los años de estudios había sabido ganarme su confianza y por ende su amistad. Que importaba haber estudiado algo que no me gustara en un principio, ella amaba esa carrera y yo debía aprender a amarla. Quería estar seguro de que no sentía nada especial por alguien mas y aunque muchas veces lo había intentado, nunca tuve el coraje de decirle lo que sentía por ella, lo que siempre sentí por ella. Pero esta noche, terminando la fiesta de graduación, se lo diría finalmente. No escribí poemas, no compré regalos, esta vez yo sería quien tendría los regalos, regalos que la impresionarían. Llegue en mi auto nuevo, cuya inicial pagué con mis ahorros. La expresión de todos al verme bajar del auto me dio la seguridad que necesitaba, pero no se comparó en lo mas mínimo con la expresión de mi rostro al verla recibirme emocionada en su vestido negro de noche. Los ángeles si existían y el resto de mi vida uno me acompañaría, el más hermoso. Pero la noche aún era joven y necesitaba algo de alcohol para envalentonarme.


Después de trece años de aquella noche perfecta, en la que mi amada me aceptó en su corazón, logré despertar al fin y llore todo lo que no pude llorar en ese tiempo, ¿seré acaso un demonio? ¿Cómo pude terminar con la vida de un ángel? No debí tomar tanto aquella noche, no debí comprarme ese maldito auto!, no debí estudiar la misma carrera que ella, no debí ir a su quinceañero, no debí regalarle aquellos chocolates, no debí cruzarme con su mirada, no debí venir a este mundo. Pero aún estoy vivo y pienso seguirla una vez mas, la amo.



2 comentarios:

  1. Muy bonito relato Pedhro, gracias por publicar y bienvenido a freemetal.
    Continua escribiendo :)
    PD. El final era imposible de saberse!

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  2. Gracias por la bienvenida amigo mio =)

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